martes, 20 de febrero de 2018

Doce años después



La entrada de hoy de Ángel Ruiz, además del poema estupendo de JMIL, que, por lo visto, yo le mandé hace doce años, me trae algo que es muy consolador: el valor de los tiempos lentos. Con un guiño barroco, además, como me gusta a mí, porque el poema va de todo lo contrario: Vita brevis.

Doce años son nada o, todavía mejor, son más, porque el poema llega cuando lo había olvidado y lo descubro de nuevo. Ahora que los tiempos cortos me traen a mal traer (tanto que me había perdido la maravillosa y ejemplar entrada de Ángel sobre Mario Míguez), ahora, qué consuelo más hondo y verdadero saber que dentro de doce años el hoy seguirá fructificando y en mejores manos.


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